¿Qué hacer si tu perro vomita o tiene diarrea?
¿Qué hacer si tu perro vomita o tiene diarrea?

Ver a tu perro vomitar o tener diarrea puede generarte una mezcla de preocupación y desesperación. Estos síntomas, aunque comunes, nunca deben tomarse a la ligera. Son la forma que tiene el cuerpo de tu perro de decirte que algo no está bien, ya sea una simple indiscreción dietética o el primer aviso de algo más serio.

Evaluación inicial: cuándo preocuparse realmente

Lo primero es mantener la calma y observar detenidamente. Un vómito aislado después de que tu perro haya comido hierba o algo inusual probablemente no sea alarmante. Pero cuando los vómitos o la diarrea son recurrentes, se acompañan de otros síntomas o afectan visiblemente el estado general de tu perro, la situación requiere atención.

Señales de alarma que justifican llamar al veterinario inmediatamente:

  • Vómitos o diarrea con sangre (roja intensa o como posos de café)

  • Debilidad o letargo extremo

  • Encías pálidas o blanquecinas

  • Abdomen hinchado o doloroso al tacto

  • Intentos de vomitar sin éxito, especialmente en razas grandes

  • Fiebre superior a 39.5°C

  • Desorientación o tambaleo

Primeros auxilios en casa: el protocolo de las 12 horas

Para casos leves sin señales de alarma, comienza con un ayuno controlado. Retira la comida durante 12 horas (para perros adultos; 6 horas para cachorros), pero nunca el agua. El ayuno permite que el tracto gastrointestinal descanse y se recupere.

Ofrece agua en pequeñas cantidades pero frecuentes. Grandes volúmenes de golpe pueden estimular más vómitos. Si tu perro vomita incluso el agua, prueba con cubitos de hielo que lamerá lentamente, hidratándose sin llenar el estómago.

Después del periodo de ayuno, si los vómitos han cesado, introduce una dieta blanda. La clave está en la progresión:

  • Primeras 12-24 horas: Pequeñas porciones de pollo hervido sin piel ni huesos, mezclado con arroz blanco cocido

  • Si tolera bien: Aumenta gradualmente la cantidad cada 3-4 horas

  • Día 3-4: Comienza a mezclar su comida habitual con la dieta blanda

  • Día 5-7: Transición completa de vuelta a su alimentación normal

Identificando las posibles causas

Los problemas gastrointestinales en perros pueden tener orígenes muy diversos. Los más comunes incluyen:

Problemas dietéticos

Cambios bruscos de alimentación, intolerancias alimentarias, ingestión de basura o comida en mal estado, o simplemente haber comido demasiado rápido. Estos suelen resolverse con el protocolo básico en casa.

Cuerpos extraños

Los perros son curiosos por naturaleza y pueden tragar desde juguetes pequeños hasta huesos. Los vómitos persistentes sin diarrea pueden indicar una obstrucción que requiere intervención veterinaria urgente.

Enfermedades infecciosas

Parvovirus, moquillo o infecciones bacterianas como la salmonella. Suelen presentarse con fiebre, apatía y deshidratación, necesitando tratamiento específico.

Problemas orgánicos

Pancreatitis, insuficiencia renal o hepática pueden manifestarse con vómitos y diarrea. Son más comunes en perros mayores y requieren diagnóstico y tratamiento veterinario.

Hidratación: la clave de la recuperación

La deshidratación es el mayor riesgo en estos casos. Para evaluarla, levanta suavemente la piel del cuello de tu perro y suéltala. Debe volver a su lugar inmediatamente. Si la piel tarda en replegarse, está deshidratado.

Puedes preparar una solución de rehidratación casera mezclando:

  • 1 litro de agua hervida fría

  • 1 cucharadita de sal

  • 3 cucharadas de azúcar

  • 1/2 cucharadita de bicarbonato

Ofrece esta mezcla en pequeñas cantidades cada 15-20 minutos. También existen soluciones de rehidratación específicas para perros en clínicas veterinarias.

Cuándo la espera en casa no es suficiente

Si después de 24 horas de seguir el protocolo casero no ves mejoría, o si aparecen nuevos síntomas, es hora de visitar al veterinario. Lleva contigo una muestra fresca de vómito o heces si es posible, y anota todos los síntomas y su evolución.

El veterinario puede recomendar desde medicamentos antieméticos y protectores gástricos hasta fluidoterapia intravenosa en casos severos de deshidratación. Los análisis de sangre, heces o radiografías pueden ser necesarios para descartar problemas subyacentes.

Prevención a largo plazo

Una vez superado el episodio agudo, reflexiona sobre qué pudo causarlo. ¿Algún cambio reciente en su alimentación? ¿Acceso a la basura o plantas tóxicas? ¿Estrés por cambios en la rutina?

Establece hábitos alimenticios saludables: horarios regulares, transiciones graduales entre alimentos, y evitar sobras de comida humana. Mantén su calendario de desparasitación y vacunación al día, y supervisa siempre lo que mastica o ingiere.

Recuerda que tu conocimiento de tu perro es invaluable. Nadie mejor que tú para notar esos pequeños cambios en su comportamiento que pueden indicar que algo no va bien. La observación atenta y la acción temprana son siempre tus mejores aliados para mantener su salud digestiva en óptimas condiciones.